HECHA UN TRAPO
Tengo una extraña relación con mi ropa. Aún hoy mi madre se enfada cuando mira mi armario y observa esa cantidad ingente y soez de ropa de todo tipo. De todas las tallas, vieja, nueva, vieja rota, vieja sin estrenar con la etiqueta, nueva sin etiqueta, nueva con la etiqueta y esperando su destino.
Cada 5 meses mas o menos y con mucho dolor me desprendo en 4 o 5 bolsas gigantes de lo que «ya no quiero». Y me cuesta, porque mi ropa son en parte mis recuerdos. Cada prenda tiene un lazo conmigo. Algunas tardo solo un par de meses en darla a una obra de caridad, otras mas de 15 años aunque ya no me sirvan. Hay prendas en mi armario con mas vida que yo misma, vienen por herencia o de alguna tienda de segunda mano. Pero todas me recuerdan el día que las usé. Las que tienen muchos años y aún estan sin estrenar… cuando las compré y lo que pasó el dia en que las iba a estrenar y nunca lo hice. Si fue doloroso, se queda adherida a mi armario. No me gusta olvidar, prefiero perdonar al pasado y permitirle tener presencia en mi vida a traves de esa «maldita» camiseta. Algunas me recuerdan que ya no tengo 16 años, otras que ya tengo 33. Conforme voy doblándolas y colocándolas en la bolsa para darlas, voy en definitiva despidiéndome de un recuerdo, uno al que sobreviví y del que salí fortalecida. Otras… en el camino a la bolsa vuelven repentinamente a mi armario con un giro brusco. Aún no ha llegado su momento, aún no estoy preparada, aún sigue siendo un recuerdo del que no me quiero desprender.
Y mientras yo hago de mi propio «basurero» con pena rebuscando El recuerdo más Feliz para «triturarlo», los demás siguen viendo un síndrome de diógenes de la moda. Un fondo de armario basto y denso, sin embargo es un desfile de recuerdos para quien no para de llenarlo. Al menos.. Estoy viva. Para andar desnuda ya habrá tiempo y probablemente ya este muerta.
DEP por las decenas de recuerdos que hoy pasaron de mi armario a mejor vida.
Buenas Noches.
V.